27 septiembre 2008

No sé

Calma mientras fuera llueve con gotas casi invisibles. No sé qué se me metió últimamente. Las canciones tristes ahora son esplendorosas, plenas, expansivas. Ando de las sorpresas a los recuerdos, de los recuerdos a tu espinita. Pero no sé qué se me metió últimamente. Abro las ventanas y me llegan voces de lugares lejanos, exóticos, con hombres muy hombres, penas muy penas, risas muy risas ("quién pudiera reir como llora Chavela"). De un lado a otro como una loca, con espectros, voces que no existen y media sonrisa que no me abandona. Será la lluvia. Será la calma. Será la edad. No sé qué se me metió últimamente. Siento que me piensan y sigo pensando que me siguen. No sé, no sé qué se me metió últimamente. Quizá sea la felicidad.

24 septiembre 2008

Me quedo sin voz
por momentos
viento sin aire
pájaro sin canto
río sin agua
muerte sin muerto.
Por momentos
me aplano
y paso
debajo de las puertas
emborronada borrosa
pasando los segundos
espero.
Cada vez más frecuentes
esos momentos
en los que hablo y callas
pregunto y no respondes
chillo y no oyes.
Me voy recogiendo
al ánimo usurero
barro derrota
mientras coges la calle
y te largas de mis sueños.

22 septiembre 2008

Hoy me andaron con zapatos de espinos
se dejaron caer gotas como lunas
y empapada, llovieron mis entrañas.
Gris oscuro, sombra siempre,
suelos nublados
desvanecen el vapor de las sangres.
Comienza el otoño mortal
la edad del invierno adelanta
y todo se para comprimido
expectante de la muerte.

19 septiembre 2008

Los mareados

Había quedado con alguien. Después de mucho tiempo sola, sin amor ni amantes, decidió apostar por él y se jugó los cuartos. Le escribió (¿Baudelaire y Nietzche, es posible?). Aunque parecía increíble, contestó (sí, y Victor Hugo). Le duró una semana la sorpresa y se sintió feliz y especial como ninguna. Contó los días para su cita. Recordaba su cuerpo, sus gestos e imaginaba un esperanzador futuro al lado de un hombre atractivo, inteligente y sensible. Y quién sabe si con el tiempo, incluso, llegase a amarla. De partida, al menos, la había contestado.
Habían quedado en Ítaca. Una ciudad que ella había visitado hace algunos años con un antiguo amor. No la había pisado antes, ni la volvió a pisar después. La recordaba mágica, con señales románticas y personales, todas relacionadas con ella y su amor, por todos lados. Era como si hubiesen hecho un sitio en el mundo dedicado a ellos dos con signos irrefutables de que les auguraba una felicidad eterna. Una escultura con unas manos enlazadas, el monumento a los enamorados, rastros de un tiempo en el que, inscoscientemente, ella siempre le situaba. Los mismos rasgos físicos que esos hombres, el mismo acento, el mismo trasfondo misterioso y cruel. Parecía sacado de una novela histórica con ese contexto. Enseñándole la ciudad, la suya, enseñaba su Edén atávico.
Y ahora estaba allí para encontrarse con un hombre que no conocía, en esa ciudad perdida. Buscaba desde el coche huellas que le recordasen su anterior viaje. Pero todo era nuevo. Aparcó cerca de donde se habían citado. Salió del coche, miró alrededor y allí estaba. La estatua. Las murallas de piedra. El riachuelo. Los mismos setos (nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos). Lo observó, miró y admiró. Ahí estaban. Qué de tiempo. Han guardado esta parte exacta, mientras el resto es otro. Pero tenía que irse. Se dirigió al concierto. Él era el guitarrista. Se sentaría tranquila y esperaría a que terminase. Al final hubo suerte y no llovió. Y hubo luna llena.
Disfrutó como nunca, esperaba ansiosa su señal. Bebió todo tipo de bebidas, esa noche era capaz de todo. Él estaba lesionado pero sonreía. Y ella le miraba. En todo el concierto sólo llegaron a cruzar sus miradas dos veces. La última, cabreada, le volvió la cabeza, pero arrepentida y para asegurar que era la señal, volvió a mirarle, y !la estaba sonriendo¡. Aún así, perfectamente pudo no ser la señal convenida. En cuanto él vio que le miraba también volvió la cabeza. ¿Qué significaba todo eso?. A ella las nubes del mal tiempo empezaron a pesarle y se sentía vieja y cansada. Recordó que allí mismo su antiguo amor había estudiado. Esas mismas piedras y ese mismo aire olían a él. Y en ese mismo instante cantaron:
Rara..
como encendida
te hallé bebiendo
linda y fatal...
Bebías
y en el fragor del champán,
loca, reías por no llorar...
Pena
Me dio encontrarte
pues al mirarte
yo vi brillar
tus ojos
con un eléctrico ardor,
tus bellos ojos que tanto adoré...

Esta noche, amiga mía,
el alcohol nos ha embriagado...
¡Qué importa que se rían
y nos llamen los mareados!
Cada cual tiene sus penas
y nosotros las tenemos...
Esta noche beberemos
porque ya no volveremos
a vernos más...

Hoy vas a entrar en mi pasado,
en el pasado de mi vida...
Tres cosas lleva mi alma herida:
amor... pesar... dolor...
Hoy vas a entrar en mi pasado
y hoy nuevas sendas tomaremos...
¡Qué grande ha sido nuestro amor!...
Y, sin embargo, ¡ay!,
mirá lo que quedó..
Cogió sus cosas, se levantó y, sin mirar a ningún lado, ni delante ni atrás, se fue.

16 septiembre 2008

Me abruma el retumbar de mis oidos
y esta necesidad de vomitar tus palabras
me vence
con cada suicidio del instante
con cada lágrima que huye.
Asesinas mis fuerzas
debilitada por un enemigo espectro
una batalla conmigo
no hay peor camisa
y llamo a tu puerta
y nadie contesta
y espero sacándome los ojos
para no ver tu ausencia.

14 septiembre 2008

Quien de pie me esculpa

Nos perseguirá
por rutas y riscos
y acampará
en nuestras madrugadas
el silencio.
Lágrimas seremos
resbalando
que nunca encuentren el final.
La brisa gris nos agriará el pelo
y borrosamente se esfumarán los cielos.
Negaremos haber sido nada
fingiremos no existir
y un mísero día
nuestros nombres desaparecerán
en la escarcha de la edad.
Sabré que no ocupo lugar
aires nuevos te abarcarán
arrastrarán regalos y caricias
y yo en el mar de tu huella
quedaré con la aspereza del recuerdo roto.
Pero hoy, hoy, insomne día,
la realidad abrió la mañana
e inauguró tempestades y asfixias.
Hoy tu mirada ya no está perdida
se fijó en un punto claro
más cercano que yo
y allá te vi marchar.
No son las circunstancias
los problemas no son
es otro mundo el que abrió la puerta
que no fui capaz de romper.
El ahogo de no hablarte
conformidad de no sentirte
ni el derecho a ello,
no es nada al lado del héroe
que con hacha y palabras
se hace hueco en tus suspiros
y logra, por fin, derretir la nieve.
No olvides,
te pido
la niña perdida
que pidió tu mano
para andar por los días
y a la que prestaste
sueños y reposos.
No olvides,
te pido,
que de pie ando
sin silla
tras la caída
tras el robo
el asiento de mis días
y de pie aguardo
la columna
o el pilar
que de pie
me esculpa.

13 septiembre 2008

Hombre de plata

Te espero y no desespero por encontrarte

Mi hombre de plata.

Las tardes se suceden y las lunas llenas no están llenas.

Las mañanas son secas como el acero

y el sol desdibujado ironiza con los colores.

Te espero desde el fondo de la esperanza

aplastada en vana pena

sabes que el viento habla de tí

mientras tú callas.

Hombre de plata

tu imagen luce grande en mis cortos días

suavizando dolores

y amargando alegrías

cuidándose de que no olvide

que algo me falta.

Espero tu recuerdo

revivido

recayendo en la vida

no vivida,

que no es pasado

ni futuro probable.

Es el desconocido

conocido siempre

hombre de plata.

Como una nube con tu forma

En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces
y viven en tu vida mis infinitos sueños.
.
La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios,
¡oh, segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
.
Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.
.
En la red de mi música estás presa, amor mío.
y mis redes de música son anchos como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.

P. Neruda (traducción de un texto de Tagore)




Abandonando mi vida
en otras que siento más mías
sales de mis sueños
como una nube con tu forma
y, mientras, vives,
aun maltrecho,
y yo no te veo
miope de aire
necesito tu existencia
esa sangre ajena
exacta a un atávico deseo.