20 diciembre 2008

De granuja a arcángel

Sucedáneamente vida,
destrozado, vagando
borracho de invierno,
de noche.
Más ligero que un ángel
de granuja a arcángel,
curtido todo
en la selva de la calle,
los vicios de la carne
tatuada con calaveras
y bálsamos de fierabrás.

Y todo porque no estás tú,
ese tú que niego
y que mi carne necesita,
y crea, y sueña y alienta.
Detrás de la imagen que palpita,
cerrada a mis ojos,
queda tu boca negra,
incrustada renegada.
No creo en la piel que pido,
ni en el calor que lloro a solas
cada triste hueco de la noche.
Rezando sin creer
suplico por lo que no existe,
me abandono al destino
oscuro conocido,
y, aun clamando,
rodeo mis hombros
rígidos y fríos,
y me lanzo al vacío
de la desgracia asegurada.