10 septiembre 2007

Una boda con las dos Españas

Se casó mi primo favorito. Triste porque era con el que siempre acababa. Esta vez haría de anfitrión y estaría pendiente de otras cosas.
Una vez nos hicieron unas fotos bailando. Toda la familia se quedó congelada, y sin ganas nada más que de vernos. Estábamos achispadillos, todos pensaron y nadie confesó que había algo entre él y yo. Pero no era así. Había algo, sí, complicidad, cariño, admiración, y quién sabe qué más.
Me sentaron con los hijos de mi prima. Tienen unos años menos que yo. El hermano mayor canta sevillanas, le encantan las romerías de la Virgen, conservador, engominado... Y el pequeño admira al Che, dedica la mitad del día que no trabaja a leer, aunque no tiene formación superior. Le encanta la filosofía, hablar de política, es muy flexible en sus opiniones, no le gusta ningún tipo de fanatismo. Estuve hablando con las dos Españas. La España de derechas era muy atractiva, rubia de ojos claros, realista, cantando en todas las mesas de la boda, escapándose en cuanto oía hablar de política, enfermedades... Emanaba un atractivo hechizante, carnal, nada intelectualizado, pero inevitable. La España de izquierdas era más sincera, con los sentimientos a flor de piel, se implicaba con todo y todos, solitario, observador, con un punto de melancolía.
A la hora del baile ambos se quedaron en retaguardia esperando. En cuanto moví un pie, el hermano mayor se me acercó, me cogió de la cintura, y se pegó algo más de lo necesario. No podía evitar dejarme arrastrar. Tenía un cuerpo grandioso pero acogedor, cálido. "No me lo puedo creer, es la primera vez que hago esto" (supuse que se refería a bailar un pasodoble). "Alguna vez tenía que ser la primera". De pasada vi a su hermano, mirando, en un rincón. Me acerqué, le cogí de la mano para sacarle, pero me dijo, ahora, ahora, y se me escapó. Horas después volvió, sin atreverse a bailar. "Me debes una, te me has escapado". Sonrió, y nos pusimos a bailar. Pero no como con el hermano. Separados, sin rozarnos, parapetados en el sentido del humor, haciendo parodia de todo y riéndonos. Duró poco, su timidez superó a los grados de alcohol.
En un momento fui a la barra y me los encontré a los dos juntos. Supongo que todos con más bebida en el cuerpo que horas antes. Se me acercó el hermano pequeño, me miró fijamente, y me soltó "qué guapa eres", disparándolo casi agresivamente.
Al hermano mayor no lo ví irse, no se despidió. Por otros me enteré que estaba rondando, como esperando el momento idóneo, pero no llegó a acercarse.
El hermano menor me abrazó, hablamos sobre algo enlazado con una de nuestras conversaciones anteriores, cogidos de la mano todo ese tiempo. Y nos despedimos como si fuésemos a vernos al día siguiente, costando desenlazar las manos.

07 septiembre 2007

En tu ausencia las paredes se pintarán de tristeza
y enjaularé mi corazón entre tus huesos

05 septiembre 2007

Papeles viejos, 2001

Todo lo antiguo está nuevo.
Los amigos iguales con algo por estrenar.
Es el mismo ambiente, todo vuelve.
Otra vez ese dolor,
esa ausencia penetrante.
Dos minutos antes era feliz.
Ahora mi alma derrumbada vaga
por los lugares que viviste conmigo.
Me parece verte aparecer
como ese día lejano
en que tus brazos se abrieron
a mis ansias de verte y besarte.
Siento a cada segundo que me estás viendo,
como yo te veía llegar mientras te esperaba.
Los amigos me hablaban
contentos de volver a verme
y mis ojos te buscaban,
buscaban tus huellas
en los suelos que ya pisaste
tu nombre en las paredes que pintaste.
El banco donde me esperabas
estaba ahora vacío.
La puerta por donde salías guardaba tu imagen
y una pareja de adolescentes se besaba
donde tú me viste una tarde
de improviso,
y corriste hacia mi
dejando para luego un viaje.
La cafetería que nos veía discutir
y sonreir
está totalmente nueva.
La silla que se tambaleaba,
donde me dijiste adiós,
es ahora un banco de madera precioso.
Todo chilla tu imagen,
te reproduces por los rincones donde estuviste,
las paredes te cantan tus canciones
y te aguardan entre sollozos
unas veces en forma de risa
y otras se dejan ver llorando de pena
viendo como va cambiando todo
y cómo cada vez tiene menos que ver
con esos sitios donde nos amamos
donde respiramos
y donde una vez estuviste,
donde tu olor no era imaginado,
donde tu risa se escuchaba fuera de los recuerdos,
donde
aún,
para desgracia mía,
aún,
sigo esperando verte.