Claros los ojos y oscuro límite, siempre azul.
Enfocas por un segundo tu vida bajo mis cejas
y el resto muere.
Miro tu pelo y es escarcha.
Carretera lejana tu espalda
que lleva a la escalera de tus brazos del cielo.
Y tus ojos, hirientes, el mundo.
Parece todo tan fácil en tu cuerpo que,
por un sólo instante, lo confundo con el mío.
Si en plena noche deslumbra el azul de tu rostro,
justo enfrente del mío escribe la vida
un nuevo comienzo y un nuevo final.
Todo en el mismo momento.
Espectadora inútil, sólo sirvo para dar cuenta
de la felicidad y belleza, siempre ajena.
Un leve movimiento de tu mano
que mis ávidos ojos recogen desde lejos
lo siento dentro de mis pobres zapatos.
Sólo pido un gesto, un labio, una palabra.
No te duela dejarme si luego has de irte,
desatendida está mi rutina ahora y siempre,
pero al menos dame un gesto, un labio, una palabra:
Enésima habituación al enésimo fracaso.
Empiezo a creerme seriamente, dolor,
que ninguna de esas migajas caerán en mi boca.
Enfocas por un segundo tu vida bajo mis cejas
y el resto muere.
Miro tu pelo y es escarcha.
Carretera lejana tu espalda
que lleva a la escalera de tus brazos del cielo.
Y tus ojos, hirientes, el mundo.
Parece todo tan fácil en tu cuerpo que,
por un sólo instante, lo confundo con el mío.
Si en plena noche deslumbra el azul de tu rostro,
justo enfrente del mío escribe la vida
un nuevo comienzo y un nuevo final.
Todo en el mismo momento.
Espectadora inútil, sólo sirvo para dar cuenta
de la felicidad y belleza, siempre ajena.
Un leve movimiento de tu mano
que mis ávidos ojos recogen desde lejos
lo siento dentro de mis pobres zapatos.
Sólo pido un gesto, un labio, una palabra.
No te duela dejarme si luego has de irte,
desatendida está mi rutina ahora y siempre,
pero al menos dame un gesto, un labio, una palabra:
Enésima habituación al enésimo fracaso.
Empiezo a creerme seriamente, dolor,
que ninguna de esas migajas caerán en mi boca.