15 agosto 2008

Déjame imaginar

"Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero con una palabra tuya bastará para sanarme"

Déjame imaginar mi ciudad con tu risa
tus palabras prendidas
a los parques tan paseados,
que tanto han adornado mis nostalgias,
por una vez,
huella de la alegría.

Déjame imaginarte bajando del aire
y cómo, nosotros, ingratos,
le damos la espalda para mirarnos.

Déjame imaginar
el terremoto dentro
delante de tus labios,
tu piel omnipresente,
el relieve de tu cuerpo,
derritiendo su invierno interno
mis dedos en la piel de tu pecho,
sujetando los mechones de pelo.

Déjame imaginar
cómo regresas un día
en el olor de otro
Cómo se hace carne, de pronto,
tu ausencia,
y cómo mis segundos cotidianos
se inundan de "aquello"
agridulce
de acabar de verte
sin lograr atraparte
para, siquiera,
notarte.

Déjame imaginar
que ahora, en este instante,
mi nombre lo tienes cerca,
que una sola palabra tuya
significa respuesta,
que este mundo
no es el mundo,
y que hay un lugar
grande y perfecto
sólo tuyo y mío .

Si perdí todo el sentido de la dignidad,
si ya nada me quedó por guardar,
al menos, déjame imaginar.

1 Comentarios:

Blogger carlosasecas dijo...

Después de leerle, lo único que pienso es que la mayor caricia a la que uno puede aspirar es la de la memoria (sobre todo si es por medio de un texto tan bello). Dichoso aquél que despierte en usted estas emociones que ahora has hecho tangibles en tan hermosas imágenes.
Un abrazo trasatlántico, con todo el agradecimiento de este aprendiz de lector.

5:57 p. m.  

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