28 febrero 2008

Horas contadas

Todo eran horas contadas,
nos faltaba el tiempo,
para amar y vivir.
Y de pronto,
hoy,
me sobra todo,
el lastre de los minutos,
que no pasan más que por mi cuerpo.
Más allá de años y espacio,
de recuerdos y soledades,
tu figura se hiergue eterna.
Sin tú saber que no hay día
que no adore y rece ante ti,
esos días, con fecha y hora,
que fueron lo que ahora no es,
en piel se transforman
para decirme que no hay tatuaje
que se grabe, enfermedad que pueda
con tu nombre.
Expresarte mi idolatría,
mi ridiculez,
el reconocimiento de mi mediocridad,
para nada.
Tu vida está fuera de la tuya paralela conmigo,
en otra ciudad verás cosas que nunca veré
con este espíritu de ti que me dejaste
como souvenir,
como sombra,
como saliva en mi boca.
Repetir lo que se ha dicho,
amar sin decir te amo,
explicar que eso quedó atrás,
que ganó el rencor de arrasar mis esperanzas
y llevártelas contigo,
para no devolvérmelas jamás,
para hacerte tu festín ególatra
cuando te sientas sola,
cundo quieras cariño.
Sabrás que aqui estará el mísero alma de poeta
que entrega su vida a tus recuerdos,
a tus defectos,
tan brillantes como el sol,
y deslumbrantes,
mios más que tuyos,
recojo lo que huyes de ti misma,
mimo los dolores que te pesan,
las críticas inciertas de los demás,
justificadas,
de odiadas por ti,
amadas por mi,
como una campanilla que avisa la llegada de alguien,
caprichosa,
en ti,
es el timbre de tu existencia.