Cotidiana Rutina
Ayer decidí escribir a un antiguo amigo. Hace dos años, y tampoco tuvimos mucha relación, pero me dio por ahi. Lo más lógico era pensar que no contestaría, ni siquiera debería acordarse ya de mi. Era una persona reservada, tímida, así que esperaba como poco indiferencia. Pero no fue así. Al día siguiente recibí un mail que decía que claro que se acordaba de mi. Que hay gente que "pasa por tu vida como un corcho de una botella en el mar, que siempre está ahí, esperando llegar a la orilla, esperando una tormenta o una marea que lo devuelva a tierra". Así que soy un corcho... O una botella, no me enteré mucho. En fín. Hemos quedado en volver a ir a nuestros conciertos, a nuestras charlas, a su estudio de grabación, y retomar lo que dejamos en pausa. Lo cierto es que no tengo mucho tiempo, ni muchas ganas, demasiado culto para mi, quizá, o demasiado... demasiado... No sé, demasiado. Y sin saber porqué, después de leer el mail busqué en el desván una caja que guardé hace cuatro años, con peluches, figuritas, recuerdos... y saqué mi pelón. Nunca he hablado de mi pelón. Es un muñeco, de estos muy parecidos a los bebés reales, y calvo (por eso lo de pelón). Me lo compró mi abuela cuando yo tenía cuatro años (conclusión, el muñeco tiene 25). La pobre ahorró para poder comprarme el muñeco más puntero de la época, que ya en esos entonces, podía mover la cabeza y lloraba. Desde el año siguiente de comprarlo ya no llora ni se mueve, me lo cargué de las palizas que le daba. Pero siempre, en todas las casas, ciudades, y pueblos en los que he vivido, siempre me ha acompañado. Cuando era pequeña lloraba abrazada a él. Cuando no tenía amigas le daba "clases" a él solo. Cuando no tenía a quien hablarle le contaba lo que me pasaba, y me daba soluciones... Hasta hace cuatro años, que lo guardé en una caja y lo subí al desván. Avergonzada casi de que con mi edad haya todavía muñecos en mi habitación. Pero ahora, no sé porqué, lo he vuelto a bajar. Estaba amarillo y olía a cerrado. Los ojos estropeados, cada uno para un lado, y con la cabeza suelta del cuerpo. Le he agarrado la cabeza con un cordel. Le he limpiado brazos, piernas y cara con un estropajo y un líquido no abrasivo, le he puesto en la lavadora el cuerpo de esponja, le he metido detrás de las órbitas oculares unos cartones para que se le queden los ojos fijos, y le he vestido con un trajecito de lana azul de cuando mi hermano era bebé. Y ahora está encima de la cama, limpito, reluciente, alegre, me mira y, de nuevo, parece vivo.
9 Comentarios:
la botella, el mar y la nota pidiendo uancaaja de chocolates antes de un rescate. Quizas, seria bueno que le contaras a ala muñeca antes que al menatado señor. Todo con su tiempo y su ritmo un saludo.
Quizá el pelón es tu unicornio azul, el de silvio. Es hermosa, profunda y muy poética la historia. Hay cosas cotidianas que concentran nuestra mejor belleza, y que como el mejor de los poemas, con muy poco, pueden expresarlo todo.
Hace pocos días he vivido una experiencia semejante a la primera que cuentas. He recuperado a un amigo al que no veía hace -no dos años sino treinta-. No nos hemos reencontrado. Le he escrito una carta y él me ha contestado con afecto y con calor. Algún día nos veremos y nos tomaremos una botella de vino, brindando por los viejos y nuevos tiempos. Me falta, eso sí, la experiencia del pelón. Desgraciadamente no tuve uno, aunque una vez... si yo te contara... Un cordial saludo.
Tus historias que dejan siempre un velado misterio...
El mentado amigo casi olvidado y el "pelon" puesto a nuevo.
Que bueno serìa estar en tu mente para saber el vìnculo entre ambas historias.
Cariños
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Saludos, Peyo, gracias por estar.
Es posible, Bato, con la diferencia de que este unicornio no lo perdí, lo deseché yo misma.
Joselu, la próxima escribe sobre tus paralelismos con mi pelón, siento curiosidad, jaja.
Rodolfo, no sería tan bueno estar en mi mente, te aseguro, ni yo misma sé qué relación tienen ambas cosas...
Historias rutinarias, historias de la vida,historias sin historia...
Besos
Fantástico!
Qué bonito, me encantaban los peluches.
Y vengüenza tenía de ello! Por eso nunca me atreví a pedir uno para reyes o cumpleanyos; siempre esperaba que alguiém (no sé cómo) cayera en la cuenta de que quería uno...
Como ahora o desde hace unos pocos anyos me pasa con los libros...siempre espero en la cuenta de que alguién me regalé alguno...no tendría precio.
besos
Simalme,
P.S: La simalmia es como una enfermedad que va y viene, cuando se va no la notas, pero cuando viene, uno piensa mucho en ella, en ti...
Qué cosas te escribo...ni yo las entiendo.
Katsumoto
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