Brokeback Mountain II
Por aquella época Jack empezó a aparecérsele en sueños, Jack tal como lo había visto la primera vez, la cabeza cubierta de rizos, sonriente, los dientes saltones, hablando de levantar el culo y hacer algo con su vida, pero la lata de judías que se balanceaba sobre un tronco con un mango de cuchara sobresaliendo también estaba allí, en una imagen de tebeo de colores chillones que daba a sus sueños un regusto de cómica obscenidad. El mango de la cuchara era de ese tipo que podría usarse como gato para cambiar una rueda. Ya veces Ennis se despertaba apesadumbrado, y otras con la antigua sensación de dicha y liberación; la almohada estaba a veces húmeda, otras veces las sábanas. Había un espacio abierto entre lo que sabía y lo que trataba de creer, pero sobre eso no podía hacer nada, y cuando algo no tiene remedio, hay que fastidiarse.
E. A. Proulx
E. A. Proulx
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