15 julio 2006

Volver

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenan mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.
El tiempo pasó. Días en los que, a veces, los llegaba a contar. Hace poco se habrán cumplido los 1000. Y cuando cejas en tu empeño, con frases como "no todo es amor", "no sólo de pan vive el hombre", "la felicidad es algo subjetivo", "todo lo que he querido, todo lo que he buscado está aqui, en mi mismo"... Y cuando te conviertes en agnóstico del romanticismo, tras horas y horas de autoconvencimiento, de resignaciones y de metáforas conservadoras, entonces, sólo entonces, llega lo que tanto pediste, y lloraste. Y ahora, para qué. Cuando has construido, no sin esfuerzo, un castillo de mediocridades, esto es la madurez, al fin y al cabo, dicen muchos. Pero siempre con un run run como cuando se viaja en autobús, que te duerme, hace más fácil la imaginación, pero también la pereza y la inmovilidad. Tanto que, cuando bajas del bus, no quieres, y te dices, tendría que haber tardado más el viaje. Y a veces te da igual que ese viaje sea eterno ya. Para qué salir del run run morfínico, cuando se está en casa, aunque no la sientas tuya, pero en casa.
Y cuando te estás haciendo a ello, cuando empieza a gustarte el sueño de la mortalidad que siempre renegaste, de pronto, el trueno que avisa de que aún vives. Te tienes que levantar, pensar, decidir, disfrutar, abrir los ojos como platos, que no se te escape nada, cada segundo memorable, cada tacto, dios, cada tacto... Te redescubres de nuevo, te das cuenta de que tú no eres tú, que eras de otra manera, pero que ya no importa cuál te gusta más, ni cuál prefieres, qué más da. Asi que decides en base a los demás, a no dañarles, pero no te atreves a dañarte a ti mismo. Así que se vuelve a la mortalidad, esta vez por tener que levantarse y no hacerlo, puede que por la costumbre, y por las lágrimas que empañan la visión necesaria para pensar. Y quizá porque, lo de nunca es demasiado tarde, sea una mentira.
Ten cuidado con lo que pides que se te puede cumplir.
Hay más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no escuchadas.

4 Comentarios:

Blogger Rodolfo N dijo...

Hermosa introducciòn.
Como siempre atrapante el relato, y las dos ùltimas frases , para anotar.
Cariños.

6:12 p. m.  
Blogger tipodeincógnito dijo...

La vida, esa zorra desconsiderada, nos trae siempre polizones en el vagón de cola. Es inevitable, pero nos gusta tanto vivirla. Rediez, sin esos momentos en los que se te tambalean los intersticios sería todo tan añil.

2:27 p. m.  
Blogger Unknown dijo...

"Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenan mi soñar."
Has cablado uno de mis temores en tu post...

saludos,

Katsu.

3:24 p. m.  
Blogger Garatusa dijo...

Gracias, Rodolfo, como siempre.

Pbl, toda la razón. Incluso, a veces creo que también nos gusta vivir los momentos negros,inexplicablemente, nos hacen sentir vivos también.

Una de las cosas buenas de los blogs es que nos damos cuenta de que nos parecemos todos más de lo que creemos. De que las preocupaciones son las mismas.

6:22 p. m.  

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